Con el auge en la demanda de las calderas y estufas de biomasa, han surgido de manera progresiva un sinfín de residuos orgánicos que se pueden utilizar como combustible para esas. Así, por ejemplo, se puede recurrir al pellet, a los huesos de aceitunas, al secado del maíz, a los huesos de cereza…Y también al conocido como miscanto, que es una especie de pasto que pertenece a la familia de las poáceas.
Al igual que ocurre con otros muchos biocombustibles se debate mucho sobre su uso. En concreto, del mismo se hace referencia a las ventajas y desventajas del mismo:
Puntos a favor
Quienes defienden a ultranza el empleo de miscanto para las calderas y estufas de biomasa lo hacen alabando estos aspectos:
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Tiene un bajo contenido mineral.
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Cuenta con la particularidad de que se puede conseguir y utilizar de dos formas diferentes: en briqueta o en forma de astilla.
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Está a la venta en el mercado por un precio realmente económico, lo que permite ahorrar al usuario.
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Su cultivo permite obtener grandes producciones y requiere muy poco mantenimiento por lo que se puede conseguir en el mercado con absoluta facilidad.
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Ofrece un alto rendimiento, por lo que se garantiza que en el hogar en cuestión se disponga de la calidez deseada.
Puntos en contra
Por otro lado, no podemos olvidar que también hay personas que prefieren hacer uso de soluciones de climatización de biomasa con otros combustibles que no sean el miscanto. ¿Por qué? Fundamentalmente porque este tiende a generar mucha más ceniza, por lo que requerirá una mayor limpieza. No obstante, no hay que pasar por alto que hay ya estufas y calderas que incorporan sistemas muy potentes de autolimpieza.
Otro aspecto en contra es que requiere que en la vivienda se cuente con un espacio amplio para poder almacenarlo.